Ensayos maniacoideológicos

cacofonías del egoísmo

8/04/2015

Muchos muertos

Vivir en este desdichado país se ha convertido en un dolor permanente que agobia mi ser entero. Hacía ya algunos meses que no lloraba por alguna persona que no conocía, pero esos días que recién iniciaron la semana han agobiado mi ser como hacía mucho no sucedía. El artero asesinato de cinco personas (cuatro mujeres y un hombre), dos de ellos amenazados por el gobeirno de Veracruz no para de estar en mi cabeza, y de pronto no puedo pensar en nada más que en eso... Enterarme de los cientos y miles de asesinatos que por parte de quienes no desean ningún tipo de oposición a sus órdenes no es nada raro, y ahora, por ser cada día más comunes, se presentan con una absoluta normalidad. Ya no hay cifras de números como se presentó durante el sexenio de Calderón, pero ahora, el silencio de la prensa, acordado públicamente, resulta aún más ofensivo o más bien completamente cínico.

Como es ya un lugar común, la violencia de Estado, la llamada gobernabilidad democrática, se ha instalado con demasiada saña durante los últimos años por aquí... Los habitantes de este país nos encontramos completamente vulnerables ante los fuegos que no paran: la delincuencia organizada y común, el gobierno y los gobernantes, la necesidad de comer un día más...la cotidiana violencia que nos obliga a encerrarnos en casa mientras tratamos de manifestar nuestro descontento en la virtual ventana, en la que muchos de quienes quizá pudiéramos hacer "algo concreto" nos refugiamos, porque simplemente no tenemos la menor idea de ¿qué hacer?.

Ellos tienen todo el poder y la forma de eliminar a quien se les ocurra, con o sin justificación... Lo mismo a un grupo de 43 o 100 o mil... 

En plataformas como facebook y twiter se evidencía el interés y descontento de lo que está sucediendo en la cotidiana vida mexicana; sin embargo, es claro que quienes nos informamos por medio de plataformas alternativas y que sin duda cáda día tienen mayor receptividad ciudadana son ahora los blancos... Mi cabeza no puede dejar de pensar ¿qué carambas debemos hacer para parar esta horrible situación?. ¡No lo se!, no tengo la menor idea de qué tenemos que hacer para parar esto, sobre todo porque todos los medios necesarios para hacer justicia se encuentran controlados por "ellos". El arte, el amor, no tirar basura en la calle, educar a nuestros hijos con una cultura no violenta se presentan como una solución: comer sano, no maltratar a los animales son alternativas que debemos tomar como camino para una mejor vida, dicen constantemente... Sin embargo, lo que siempre llega a mi cabeza y cada una de mis células es rabia, una profunda rabia y odio y estress que contamina mi percepción. Pero bueno, estas son sólo letras y no hay forma de que por medio de ellas pueda comunicarme más que conmigo misma y pueda parar con estas lagrimas que me agobian desde hace un par de días.

Va un poema que le escribió su mamá a Nadia, una de las víctimas de esta reciente ejecución ejemplar de Estado:

Balada para una niña citadina
                                                                          a Nadia Dominique,
                                                                          la mujer…
                                                                          que soy

Se están volviendo margaritas los huesos de la niña
Que se consume como una lámpara olvidada

Una piel transparente la seduce
Para bordar en sus cabellos los pétalos de muerte

Y mis manos quietas no la tocan
Y mis ojos tristes no la miran
Y mi alma inerte no la siente

Se están volviendo secos los ojos de la madre
Que se consume como una lámpara olvidada

Una piel transparente se le escapa
Para bordar en sus cabellos el llanto de la muerte

No te vayas de mí     niña de azúcar
A deshacerte entre la piel del llanto
No te vayas de mí     pájara libre
Hacia el páramo frío de la ausencia

Entre tus venas danza mi silencio
Y  hay un sonido mío en tus palabras

No te vayas de mí     niña de azúcar

A plantar margaritas en tus huesos

No me dejes sin tus ojos
                                          Ciega

No me dejes sin tu voz
                                          Silente

No me dejes sin tu luz
                                          A oscuras

No me dejes sin tu piel
                                          Desnuda

No me dejes sin ti
                                          Niña de azúcar


Mirtha Luz Pérez Robledo

Nuevamente por acá

Hace ya mucos años que no he publicado nada en este espacio, sin embargo, desde hace un par de semanas me encuentro editando, como empleo, en otro blog; eso  me remitió nuevamente a éste. La vida ha cambiado demasiado, me ha llevado a demasiados lugares, la mayoría de ellos comunes, y de vuelta a querer terminar lo que en muchos años, ya más de una década, quedó inconcluso. Ya quedó atrás el magnífico mundo que viví en mi proyecto Tarragona, bocados del mundo, y ahora soy mamá... He estado releyendo algunos textos de aquí, y honestamente no cambiaría ni un ápice de ellos, todos fueron escritos con honestidad y en etapas de mi vida que viviría nuevamente con toda la intensidad con la que las viví. Estoy nuevamente por acá...

2/12/2009

Gracias Denise Dresser

Este discurso lo dijo frente a un importante número de canallas.

Gracias. Es un gran placer estar aquí como académica, como ciudadana, como mujer, lamentablemente la única invitada a este foro.

México es un país privilegiado. Tiene una ubicación geográfica extraordinaria y cuenta con grandes riquezas naturales. Está poblado por millones de personas talentosas y trabajadoras. Pero a pesar de ello la pregunta perenne sigue siendo: ¿Por qué no crecemos a la velocidad que podríamos y deberíamos? ¿Por qué seguimos discutiendo este tema año tras año, foro tras foro?

Aventuro algunas respuestas y les pediría que me acompañaran en un ejercicio intelectual recordando aquel famoso libro de madame Calderón de la Barca, llamado La vida en México, escrito en el siglo XVII, en el cual intenta describir las principales características del país.

Si madame Calderón de la Barca escribiera su famoso libro hoy tendría que cambiarle el título a Oligopolilandia porque desde el primer momento en el que pisara el país se enfrentaría a los síntomas de una economía política disfuncional que la crisis tan sólo agrava.

Aterrizaría en uno de los aeropuertos más caros del mundo, se vería asediada por maleteros que controlan el servicio, tomaría un taxi de una compañía que se ha autodecretado un aumento del 30 por ciento, ante el pasmo de las autoridades y si tuviera que cargar gasolina, podría hacerlo tan sólo en Pemex.

En el hotel habría 75 por ciento de probabilidades de que consumiera una tortilla vendida por un solo distribuidor; y si se enfermara del estómago y necesitara ir a una farmacia descubriría que las medicinas ahí cuestan más que en muchas partes del mundo. Y si le hablara a su esposo de larga distancia para quejarse de la situación pagaría entre las tarifas más elevadas de la OCDE. Y si prendiera la televisión para distraerse ante el mal rato, descubriría que sólo existen dos cadenas.

Para entender la situación en la que se encuentra tendría que recordar lo que dijo Guillermo Ortiz hace unos días: "no hemos creado las condiciones para que los recursos se usen de manera eficiente", o tendría que leer el libro Good Capitalism, Bad Capitalism, que explica por qué algunos países prosperan y otros se estancan; por qué algunos promueven la equidad y otros no logran hacerlo.

La respuesta se halla en la mezcla correcta de Estado y mercado; de regulación e innovación. Y hoy México es un ejemplo clásico de lo que el premio Nobel de Economía, Joseph E. Stiglitz, llama "una mala encarnación del capitalismo", el capitalismo de cuate, honey capitalism, el capitalismo de cómplices, el capitalismo que no se basa en la competencia o en la innovación, sino en su obstaculización.

Ese andamiaje de privilegios y de posiciones dominantes y nudos sindicales en sectores cruciales para el desarrollo de cualquier país, y México no es la excepción.
¿Cuáles son esos sectores? Telecomunicaciones, servicios financieros, transporte, energía. Nudos que aprisionan a la economía y la vuelven ineficiente. Una mezcla de capitalismo de Estado y capitalismo oligárquico.

Hoy México, inmerso en esta crisis, está aún lejos de acceder a ese capitalismo exitoso, dinámico, democrático, donde el Estado no protege privilegios, no defiende cotos, no elige ganadores, no permite la perpetuación de un pequeño grupo de oligarcas con el poder de vetar las reformas que los perjudican. Ese capitalismo abierto donde las autoridades crean condiciones para los mercados abiertos, competitivos, innovadores que proveen mejores productos a precios más baratos para los consumidores, para los ciudadanos.

Y hoy México, lamentablemente, carga con los resultados de esfuerzos fallidos por modernizar esta economía durante los últimos 20 años. Las reformas de los ochenta y noventa entrañaron la privatización, la liberalización comercial, pero esas reformas no produjeron una economía dinámica de mercado, con regulación gubernamental eficaz, capaz de crear mercados funcionales y competitivos, porque en vez de transparencia y reglas claras prevaleció la discrecionalidad entre los empresarios que se beneficiaron de las privatizaciones y los funcionarios del gobierno encargados de regularlos.

Las declaraciones de Agustín Carstens, el martes pasado, en torno a la necesidad de combatir los monopolios en telefonía son bienvenidas. Lamentablemente se dan 18 años tarde y ahí están los resultados: una economía que no crece lo suficiente; una elite empresarial que no compite lo suficiente, un modelo económico que concentra la riqueza y distribuye mal la que hay.

México está atrapado por una red intrincada de privilegios y vetos empresariales y posiciones dominantes que inhiben un terreno más nivelado de juego. Una red que opera a base de favores y concesiones y protección regulatoria que el gobierno ofrece y los miembros de la cúpula empresarial de este país exigen para invertir.

¿Quién? Alguien como el dueño de una distribuidora de maíz o el concesionario de una carretera privada o el comprador de un banco rescatado por el Fobaproa o el principal accionista de Telmex o el operador de un Afore.

Estos actores capturan rentas a través de la explotación o la manipulación del entorno económico en vez de generar ganancias legítimas a través de la innovación y la creación de riqueza.

Y los consumidores, los ciudadanos de México contribuyen a la fortuna de los rentistas cada vez que pagan la cuenta telefónica, la conexión a Internet, la cuota en la carretera, la tortilla a un precio fijo, la comisión de las Afore, la comisión por una tarjeta de crédito; ejemplo tras ejemplo de rentas extraídas a través de la manipulación de los mercados. Y el rentismo acentúa la desigualdad, produce costos sociales, disminuye la productividad, aumenta los costos de transacción en una economía que para competir globalmente necesita disminuirlos.

Y para extraer esas rentas, esos jugadores dominantes, han erigido altas barreras de entrada a nuevos jugadores, creando así cuellos de botella que inhiben el crecimiento de México en un mundo cada vez más globalizado, y la concentración de la riqueza y el poder económico en esos jugadores dominantes ¿en qué se traduce? En ventajas injustas, en captura regulatoria, en políticas públicas que favorecen intereses particulares. Pero, peor aún, convierte a los representantes del interés público, a muchos de los diputados y los senadores sentados aquí, en empleados de los intereses atrincherados. Convierte al gobierno en empleado de las personas más poderosas del país y lleva a las siguientes preguntas:

¿Quién gobierna en México, el Senado de la República o Ricardo Salinas Pliego, cuando logra controlar los vericuetos del proceso legislativo, como lo hizo en el tema de los corresponsales bancarios? ¿Quién gobierna en México, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes o UNEFON, la Comisión Nacional Bancaria o los bancos que se rehusan a cumplir con las obligaciones de transparencia que la ley les exige? ¿Quién gobierna en México, la Secretaría de Educación Pública o Elba Esther Gordillo, la Comisión Federal de Competencia o Carlos Slim, Pemex o Carlos Romero Deschamps, ustedes o una serie de intereses que no logran contener? Porque ante los vacíos de autoridad y la captura regulatoria y las decisiones de política pública que benefician a una minoría, la respuesta parece obvia.

México padece lo que algunos llaman "un Estado dentro del Estado", o lo que otros denominan "una economía sin un gobierno capaz de regularla de manera eficaz". Eso, y no la caída en la producción petrolera es lo que condena a México al subdesempeño crónico. Y una y otra vez el debate en este país sobre cómo promover el crecimiento y cómo fomentar la inversión y cómo generar el empleo se encuentra fuera de foco.
El gobierno piensa que para lograr esos objetivos basta con tenderle la mano al sector privado, para que invierta bajo cualquier condición, y el sector privado, por su parte, piensa que es la panacea que se le permita participar; por ejemplo, en el sector petrolero.

Pero ésa es sólo una solución parcial a un problema mucho más profundo, el meollo detrás de la mediocridad económica de México se encuentra en su estructura económica y en las reglas del juego político que la apuntalan; una estructura demasiado pesada en la punta de la pirámide, una estructura oligopolizada, donde unos cuantos se dedican a la extracción de rentas, una estructura de complicidades y colusiones que el gobierno permite y del cual también se beneficia.

Y claro, muchos de los miembros del gabinete de Felipe Calderón, muchos de los presentes en este foro hablarán del crecimiento como prioridad central; pero más bien, lo perciben como variable residual, más bien parecería que busca ?y duele reconocerlo como ciudadana? asegurar un grado mínimo de avance para mantener la paz social, pero sin alterar la correlación de fuerzas existentes, sin cambiar la estructura económica de una manera fundamental.

Y el problema surge cuando ese modelo que hemos construido comienza a crear monstruos, cuando ese apoyo gubernamental, a ciertos grupos y ciertas personas produce monopolios, duopolios, oligopolios y sindicatos rapaces que ya no pueden ser controlados, cuando las criaturas del Estado, como las llama Moisés Naím, el editor de la revista Foreing Policy, amenazan con devorar a ese Estado.

Sólo así se entiende la devolución gubernamental de 550 millones de dólares a Ricardo Salinas Pliego por intereses supuestamente mal cobrados un día antes del fin del sexenio de Vicente Fox, devolución otorgada por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.

Sólo así se entiende el comunicado lamentable de la SCT, hace un año, celebrando la alianza entre Telemundo y Televisa, cuando en realidad revelaba una claudicación gubernamental ante la posibilidad de una tercera cadena de televisión.

Sólo así se entiende que nadie en este país levante un dedo para sancionar a Televisión Azteca cuando viola la ley, al rehusarse a transmitir los spot del IFE o se apropia del cerro del Chiquihuite.

Sólo así se entiende la posposición ad infinitum en el Senado de la República de una nueva ley de medios para promover la competencia en el sector.

Sólo así se comprende que la reforma a Pemex deje sin tocar el asunto del sindicato.
Sólo así se entiende la posibilidad de darle entrada a Carlos Slim a la televisión sin obligarlo a cumplir con las condiciones de su concesión original, síntomas de un gobierno ineficaz, síntomas de un gobierno doblegado; con efectos cada vez más obvios y cada vez más onerosos que la crisis pone en evidencia porque no logramos reformarnos a tiempo.

Mucha riqueza, pocos beneficiarios, crecimiento estancado, país aletargado, intereses atrincherados, reformas diluidas, poca competencia, baja competitividad, poder concentrado, democracia puesta en jaque.

Un gobierno que en lugar de domesticar a las criaturas que ha creado, ahora vive aterrorizado por ellas.

¿Y cuáles son las consecuencias de este mal capitalismo mexicano, donde las élites tradicionales son fuertes, la gobernabilidad democrática es poco eficaz, los partidos políticos tienden a estar capturados, las reformas económicas tienden a ser minimalistas?

El incrementalismo de la política pública en México se explica por el poder de veto que tienen aquellos que aseguran la perpetuación de sus intereses.

Si ustedes verdaderamente quieren que México crezca, tendrán que crear la capacidad de regular y reformar en nombre del interés público. Tendrán que mandar señales inequívocas de cómo van a desactivar esos centros de veto que están bloqueando el crecimiento económico y la consolidación democrática.

¿Y de quiénes estamos hablando aquí? Tienen nombre y apellido, los monopolistas abusivos y los sindicatos rapaces, y las televisoras chantajistas, y los empresarios privilegiados y sus aliados en el gobierno.

Si ustedes verdaderamente quieren que México prospere, tendrán que tomar decisiones que desaten el dinamismo económico, que fortalezcan la capacidad regulatoria del Estado y contribuyan a crear mercados que promuevan la competencia y gracias a ellos aumenten la competitividad. En pocas palabras, usar al Estado para contener a aquellos con más poder que el gobierno, con más peso que el electorado, con más intereses que el interés público.

¿Quieren medidas específicas? Se las doy. Los exhorto a leer textos tan incluyentes como: el reporte sobre el crecimiento, el poder de la productividad. A estar conscientes de todo lo que un país interesado en crecer y competir debe hacer para lograrlo.

A saber que ellos requiere una economía capaz de producir bienes y servicios de tal manera que los trabajadores puedan ganar más y más. A entender que ello se basa en la expansión rápida del conocimiento y la innovación. En nuevas formas de hacer cosas y mejorarlas. En técnicas que aumentan la productividad de manera constante. A reconocer que las economías dinámicas suelen ser aquellas capaces de promover la competencia y reducir las barreras de entrada a nuevos jugadores. A entender que es tarea del gobierno a través de la regulación adecuada crear un entorno en el cual las empresas se vean presionadas por sus competidores para innovar y reducir precios y pasar esos beneficios a los consumidores a comprender que si eso no ocurre nadie tiene incentivos para innovar; en lugar de ser motores del crecimiento las empresas protegidas o monopólicas terminan estrangulándolo.

¿Y cómo empezar a empujar eso? Con una tercera cadena de televisión abierta, con el fomento a la competencia en banda ancha usando, por ejemplo, la red de la Comisión Federal de Electricidad.

Con el fortalecimiento de los órganos regulatorios, con sanciones a quienes violen los términos de su concesión, con la creación de mercados funcionales como el que se logró con las aerolíneas de bajo costo, con medidas que empiecen a desmantelar esos cuellos de botella y a domesticar a esas criaturas del Estado.

La respuesta, como dijo Ricardo Lagos el martes, en el fondo es política; no económica. Tiene que ver con la inauguración de un nuevo tipo de relación entre el Estado, el mercado y los ciudadanos de este país.

Porque si la clase política de México, sentada aquí en primera fila de esta foro, no logra construir los cimientos del capitalismo democrático, condenará a México al subdesempeño crónico, a ser un terreno fértil para los movimientos en contra de las instituciones, condenará al país a cojear de lado, saboteado por instituciones políticas que no logra remodelar monopolios públicos y privados, que no logra desmantelar estructuras corporativas, que no logra democratizar.

Y será lo que el presidente Felipe Calderón llama "un país de ganadores", pero un país en el que siempre ganan los mismos, un lugar en que las grandes fortunas empresariales se construyen a base de la protección política y no de la innovación empresarial.
Un lugar en que el crecimiento económico ha sido mucho menos en la última década que en el resto de América Latina debido a esos cuellos de botella que los oligopolistas han diseñado y sus amigos en el gobierno les han permitido defender.

Un lugar en donde las penurias que la señora Calderón de la Barca enfrentó con los aeropuertos y los maleteros y los taxis y las gasolineras y la telefonía y la televisión ?entre tantos sectores más? son las mismas penurias que padecen millones de mexicanos, más.

Ese consumidor, ese ciudadano sin voz, sin alternativa, sin protección, ese hombre invisible, esa mujer sin rostro, esa persona que paga mes tras mes tarifas telefónicas más altas que casi en cualquier parte del mundo, es estudiante que paga mes tras mes una cuenta de Internet superior a la de sus contrapartes en América del Norte.

Esa compañía que paga mes con mes servicios de telecomunicaciones, que elevan sus gastos de operación y reducen sus ganancias, miles de personas con comisiones por servicios financieros que no logran entender, con cobros inusitados que nadie puede explicar, parados en la cola de los bancos, ahí varados, ahí desprotegidos, ahí sin opciones, ahí afuera, víctimas de un sistema económico disfuncional, institucionalizado por una clase política que aplaude la aprobación de reformas que no atacan el corazón del problema, presidentes y secretarios de Estado, y diputados y senadores y empresarios que celebran una y otra vez el consenso para no cambiar.

Y aunque se agradece que este foro acepte la magnitud de la crisis, si de aquí no surgen medidas concretas para mirar más allá de la coyuntura, revelará nuevamente nuestra incapacidad para encarar honestamente los problemas que México viene arrastrando desde hace décadas.

Revelará la pretensión de los sentados aquí, a proponer reformas aisladas, anunciar medidas cortoplacistas, a eludir las distorsiones del sistema económico, a instrumentar políticas públicas a pedacitos para llegar a acuerdos que tan sólo perpetúan el statu quo.

Y con esto termino. Mientras allá afuera la realidad acecha a golpes de 327 mil despedidos, crecimiento negativo, el lugar 60 de 134 en el Índice Global de Competitividad y una nación que dice reformarse mientras evita hacerlo.

México no crece por la forma en la cual se usa y se ejerce y se comparte el poder, ni más ni menos, por las reglas discrecionales y politizadas que rigen al capitalismo de cuates, por la supervivencia de las estructuras corporativas que el gobierno creó y sigue financiando, por un modelo económico que canaliza las rentas del petróleo a demasiadas clientelas, por un sistema político que funciona muy bien para sus partidos, pero muy mal para sus ciudadanos.

Un sistema de extracción sin representación, creando así un país poblado por personas obligadas a diluir la esperanza, a encoger las expectativas, a cruzar la frontera al ritmo de 400 mil personas al año en busca de la movilidad social que no encuentran en su propio país, obligados a vivir con la palma extendida, esperando la próxima dádiva del próximo político, obligados a marchar en las calles, porque piensan que nadie en el gobierno los escucha, a desconfiar de las instituciones, a presenciar la muerte común de los sueños, porque México avanza a la velocidad que podría y debería, que podría y debería. Muchas gracias.

Etiquetas:

6/13/2008

Hace unos meses en Mazatlán



Con Tere en un interesante viaje de trabajo, en una pulmonía

Llueve que llueve

Desde hace un par de semanas no deja de llover, llueve que llueve. Desde que amanece hasta que atardece. De pronto, el esquizofrénico clima da un momento de tregua y un tímido sol se asoma entre las grises nubes. La primavera terminó demasiado pronto, el calor, cuando era primavera, se reservaba para las tormentosas noches en las que es imposible hacer contacto con otro cuerpo, y cuando la simple idea de abrir la ventana supone una noche inundada de mosquitos.

Con esta cándida lluvia y la visita repentina de aves salvajes a la ciudad de México, casi me atrevo a salir al camellón de la calle Álvaro Obregón y correr con la tupida lluvia sobre mi cabeza y mi espalda primero, la lluvia bajando por mi cabello y saltar sobre los charcos para concluir con la mojada perfecta de pies y piernas. El agua penetrando cada poro de mi ser, loca de contenta, por tan sólo unos minutos.

Los pies y las manos arrugadas como cuando mis padres me dejaba en la alberca todo el tiempo que yo quería, o como cuando estrené la tina de mi casa, ¡pero ahora con ropa!

Sólo de imaginar esa potencial mojada, recuerdo cuando en alguna noche salía de la secundaria y era jueves, y mi amiga Lizbeth y yo caminábamos desde la escuela hasta nuestra casa y ocupábamos el dinero del camión en una rebanada de pastel de tres leches y galletas. Después de comprar nuestro gusto de los jueves, caminamos una cuadra y comenzó a llover incesantemente; apenas estábamos a la mitad del camino y no teníamos ni un peso para tomar algún camión. Ese día terminé como quisiera terminar hoy: empapada.

También, cuando de pequeña, muy pequeña, nos íbamos todos los veranos al rancho, en Veracruz, aquel hermoso paraíso era mejor cuando llovía: la arena caliente se comprimía y permitía que mis menudos pies no se sumergieran hasta el fondo. Descalza podía correr sobre una compacta superficie y mojarme hasta las entrañas, el calor agobiante cedía un poco entonces.

6/12/2008

Dentista

Nunca imaginé que llegara el momento en que la mitad de mi sueldo fuera a parar a algo distinto de un bar o un restaurante. En ocasiones pasadas, alguna intervención quirúrgica me ha supuesto erogar, (já!) una parte sustancial, pero se trataba de una situación fundamental para conservar mi salud tanto física como emocional.

En fin, hace algunos años y gracias a un descuido depresivo, mi dentadura estuvo a punto de pasar a ser dentablanda; pero, gracias a un tratamiento expedito logré salvar mi bella sonrisa.

Hoy en día, como una secuela impredecible, mis duros y amados dientes están siendo reparados como si se tratara de una obra negra. En general se trata de una que otra caries y pues limpieza y tatata. Lo más terrible del numerito no es el dolor que cuesta desprenderse de tan onerosos honorarios de mi querida doctora sino el haberme sometido a una endodoncia, que duele... Porque no sólo es matar los nervios de la pieza en cuestión, sino además el que te introduzcan en su lugar plástico y tornillos, duele...

Endodoncia proviene del griego Endo que significa "dentro" y Odontos que significa "diente". El tratamiento endodóntico trata el interior del diente. Si una caries infecta la cámara donde se encuentra el nervio, la única forma de salvar el diente sin extraerlo es con un tratamiento del conducto radicular.

Dentro de la dura cubierta exterior del diente hay una pulpa formada por vasos sanguíneos, vasos linfáticos y nervios que nutren al diente. Los conductos radiculares que contienen la pulpa se extienden hasta la parte terminal de la raíz llegando al hueso.

Una caries profunda o una lesión en la superficie del diente puede ocasionar graves daños e infecciones en los nervios y vasos de la pulpa. La endodoncia o tratamiento de conductos consiste en limpiar la cámara pulpar, así como los conductos infectados y colocar después un material de obturación para sellar esos espacios que fueron previamente limpiados y desinfectados.

Jamás quiero otra endodoncia.

6/11/2008

México, D.F. Junio de 2008



Despedida de San en el Tarragona

2/29/2008

Gripe

Ayer cumplí una semana de que volví de un intenso y estresante trabajo. También cumplí una semana con una gripe terrible, me siento bastante desesperada, sobre todo, porque estoy imposibilitada a beber líquidos con hielo y a fumar. Simplemente no se me antoja (¡qué diablos me sucede!)

En el trabajo que desempeñé -con felicitaciones incluidas-, tuve la oportunidad de conocer a personas y a no personas. Me encontré de pronto hablando fuerte y quedo y en situaciones que difícilmente habría imaginado. Es claro que las circunstancias de mi cotidianidad han cambiado considerablemente.

Tengo miedo. Cada día tengo miedo de aquellos a quienes quise. Y yo en la vida.

2/26/2008

Mazatlán, Sinaloa, febrero 2008